Carlos III
Desde la llegada de la nueva dinastía de origen francés, que fueron los Borbones, se inició un proceso reformista a partir de Felipe de Anjou o Felipe V. Los Borbones se dieron cuenta de la enorme crisis económica, social, política, militar y cultural de España, por lo que estuvo presente el deseo de reforma. Para ello se trató de impulsar un proceso de industrialización, que se vio traducido en el resurgimiento de la región de Cataluña en España como centro de producción de tipo textil. Además se impulsó todo tipo de iniciativa, que estuviera de acuerdo con el progreso. Para ello, España surgió con una nueva generación de intelectuales, que permitieran la posibilidad de España de desarrollarse económicamente. Con esto, surgieron intelectuales que postulaban la enseñanza de las ciencias básicas, como fray Benito Feijoo o José Gaspar Melchor de Jovellanos.
En cuanto al elemento político, apareció una nueva generación de políticos que reemplazaron al antiguo funcionario de origen noble, por uno de carrera, como es el caso de del Marqués de Aranda y el Marqués de Floridablanca, además del abogado malagueño José de Gálvez. Estos funcionarios, a pesar de no ser de origen noble, tuvieron méritos para la ejecución de cargos en los respectivos ministerios, además de seguir el mecanismo de visita. Esto se acompañó de la reorganización de la marina y el ejército.
En lo social y religioso, se estableció que este proceso debía llegar a la totalidad de la población, por lo que se debía romper con las estructuras tradicionales como la Iglesia, traduciéndose en la expulsión de la Compañía de Jesús en 1765, de los dominios españoles.
Este proceso quedó retrotraído con la muerte de Carlos III, y el gobierno de Carlos IV y el gobierno de su favorito Fernando Godoy, que iniciaron un gran descontento que tuvo como clímax, la invasión de la Francia de Napoleón Bonaparte en 1808.
En cuanto al elemento político, apareció una nueva generación de políticos que reemplazaron al antiguo funcionario de origen noble, por uno de carrera, como es el caso de del Marqués de Aranda y el Marqués de Floridablanca, además del abogado malagueño José de Gálvez. Estos funcionarios, a pesar de no ser de origen noble, tuvieron méritos para la ejecución de cargos en los respectivos ministerios, además de seguir el mecanismo de visita. Esto se acompañó de la reorganización de la marina y el ejército.
En lo social y religioso, se estableció que este proceso debía llegar a la totalidad de la población, por lo que se debía romper con las estructuras tradicionales como la Iglesia, traduciéndose en la expulsión de la Compañía de Jesús en 1765, de los dominios españoles.
Este proceso quedó retrotraído con la muerte de Carlos III, y el gobierno de Carlos IV y el gobierno de su favorito Fernando Godoy, que iniciaron un gran descontento que tuvo como clímax, la invasión de la Francia de Napoleón Bonaparte en 1808.
De acuerdo a la anterior lógica de reformismo en España, se transplantó esta serie de reformas EN América que tuvieron las siguientes manifestaciones:
El movimiento ilustrado en América Hispana, tuvo su apogeo en el reinado de Carlos III. Dentro de este progresismo, se incluyó una serie de reformas dentro de América. Lo primero a considerar fue una administración más racional del territorio, que se vio traducida en la fragmentación del enorme Virreinato del Perú, en dos, que fueron el de Río de la Plata y Nueva Granada. Esto estuvo acompañado de la incorporación de la visita y las intendencias, como medio de control de los territorios. Estyo estuvo reforzado por la creación de milicias con la incorporación de mestizos, criollos, y otros estamentos sociales.
Dentro de lo económico se trató de racionalizar los recursos, por lo que al decaer los filones de oro y plata, se explotaron y se innovó en el sector agropecuario. En el aspecto comercial, progresivamente, se evidenció una continua decadencia dentro de los territorios a raíz de los conflictos con Inglaterra, por lo que, se cambió el mecanismo de comercio, de una economía de monopolio comercial, a la libertad de comercio dentro de las colonias. Esto, sin embargo, terminó con el agotamiento de los metales preciosos como moneda de cambio y afectó a los mercados locales, por lo que hubo conflictos dentro de Hispanoamérica, que provocaron mucho descontento.
En lo social, hubo una explosión demográfica en la mayor parte de los territorios, pariendo desde México, Perú, El Río de la Plata, Nueva Granada, Chile, etc. Además, surgieron otros sectores sociales, que reemplazaron la antigua mano de obra indígena, por los mestizos y en menor medida la mano de obra esclava.
En lo cultural, se dio una mayor libertad al pensamiento ilustrado, que buscaba el bienestar, el progreso y la felicidad de América, por lo que se crearon universidades, incorporando nuevas cátedras que eliminaron la antigua Escolástica Medieval, por la enseñanza de ciencias básicas como la biología, química y física. Como muestra de ello fue la fundación de la Universidad de San Felipe y la Academia de San Luis en Chile. Sin embargo, no se dio una libertad de pensamiento en el ámbito político, prohibiendo el ingreso de bibliografía crítica que estuviera en contra del orden establecido.
Estos avances, en vez de lograr la unión y la adhesión de Hispanoamérica a España, fue una bomba de tiempo para las revoluciones de 1808-1826.
